El País, los que marcan su línea editorial, son una banda, en el sentido guardiolano de la palabra. Unos sesentayochistas jurásicos, que han llegado a la senectud acostumbrados a que nadie les confronte su inconsistencia intelectual, el olor a alcanfor y pérdidas de orina que desprenden, y la grima que dan.
En su senilidad, no se dan cuenta de que secuestraron a la izquierda nacional, la despeñaron por el barranco de su sectarismo, su relativismo y sus ocurrencias, y le llevará, a ella y al país, generaciones para desprenderse de la roña de su bajeza de miras.
Eso al país. A El País hace años que no hay quien lo salve. se sofocaron practicando la masturbación con asfixia. Ni dignidad tienen para reconocer su profundo fracaso, total, absoiluto, sin paliativos, y solo son capaces, en sus últimos estertores, de coces de resentimiento contra el triunfo de la prosperidad y cualquiera que desplegara convicciones de libertad. No dan pena. Dan asco.
Ya van apestando a muerto. En cuanto les desenchufen los tubitos de nuestras subvenciones que los mantienen en un coma delirante y sulfuroso, que los entierren rápido
Weekend long read
Hace 3 años
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