miércoles, 7 de diciembre de 2011

Qué decepción

Un medio que tenía por serio, que creía que evitaba los lugares comunes, el vocerío y la turba, se incorpora decididamente a la caspa nacional.

Esta es la fábula equivalente: Un reportero israelí. No es especialista en nada pero escribe con un estilo atractivo y provocador. De España sabe lo básico, pero mitifica  los ideales de los movimientos de liberación, la lucha de los pueblos, el débil contra el fuerte, la  resistencia a la colonización física y cultural… Ya tú sabes: la influencia generacional de medios y academia, el consenso de crítica y público. El reportero israelí visita el País Vasco.  

Con una inmutable predisposición ideológica que le hará caminar por las sendas más transitadas sin cuestionar ni una coma, aceptar y proclamar verdades de una sola frase que quepan en una pancarta, y evitando en todo momento otra cosa que no sea una presentación monocromática y simplista de un problema complejo y poliédrico, se lanza a la aventura de escribir un articulito, arriesgado en su tono y planteamiento (algunos lo tacharán de cínico), pero conservador, conformista y predecible hasta la grima en las ideas y la perspectiva que presenta.  

Con un conocimiento del tema en cuestión que parece limitado a una visitas a la hemeroteca de Egin y a fanzines de grupos radicales, traza la siguiente línea argumental:  

- Un supuesto territorio ancestral con aspiraciones de independencia desde la noche de los tiempos. Ninguna referencia histórica, ninguna perspectiva que contraste afirmaciones tan sesgadas. Ninguna visión inconformista o plural

- Una ocupación brutal y antidemocrática, por un vecino expansionista y fagociador. Ni un pero,  ni medio quizás, sin alternativas, sin dar voz a otros

- Un parlamento títere, unas elecciones de pandereta que excluyen a una buena parte de su sociedad y sus partidos: a los irreductibles más puros que se resisten a las componendas con los españoles. Nada que decir de los métodos de los violentos, de las razones de esa exclusión, de lo altamente dudoso de las buenas intenciones de los verdugos que le venden la moto. Nada que mencionar de los constitucionalistas que se consideran las verdaderas víctimas y no parecen haber recurrido a poner bombas en supermercados. A esos que les den

- Sus fuerzas de ocupación en tenebrosas fortalezas rodeadas de muros y alambradas (Intxaurrondo) donde se practican innombrables torturas (miles de denuncias, casi ninguna considerada por los tribunales de los ocupadores). Por supuesto, ¿para qué hablar de que los muros y las alambradas no agreden sino que defienden de la agresión, o de las masacres practicadas contra esos policías a los que se deshumaniza como brutos irracionales?. ¿Para qué poner en cuarentena reclamaciones de grupos extremistas con discurso violento y métodos terroristas contra las instituciones de un sistema que se reconoce como garantista y democrático?. ¿Qué nos debe impedir aceptar las tretas propagandísticas expuestas una y mil veces de esos grupos totalitarios a los que el reportero no somete al mínimo análisis crítico que le pueda desviar de su línea unidireccional?

- El recurso sentimental de los refugiados en el País Vasco francés, el acoso, las vidas rotas. Si, “refugiados” asentados en sus casas desde hace 40 años, escapados de un estado democrático… ¿qué importa?. Detalles, detalles… Sin mención a los otros que tuvieron que huir de la violencia de esas almas puras que el reportero retrata sin pecado concebidas. Los vascos escapados a otras partes de España para evitar la amenaza, el acoso, para escapar de los intolerantes

- La juventud ocupada, con sus experiencias de represión, la policía colaboradora con sus pasamontañas para ocultar su miedo colaboracionista y dar impunidad a su brutalidad. Las fuerzas militarizadas del ocupante, la humillación de los controles continuos. Ninguna referencia a  las razones para aplicar esas medidas de seguridad. A las vidas que protege. A que el estado democrático tenga derecho a defenderse dentro de la ley y con principios de comportamiento que nunca han aplicado, ni piensan aplicar, los terroristas, los fascistas exaltados que se nos hace pasar por idealistas libertadores

- Los presos políticos dispersos por España, el inhumano maltrato a sus familias, los tribunales de excepción (la Audiencia Nacional), las leyes antiterroristas sin respeto a derechos fundamentales mínimos. Ninguna mención a las víctimas del terrorismo etarra, a la barbarie. A la colaboración necesaria de grupos próximos que incitan al odio y enaltecen los métodos de los salvajes . A que las fuerzas de orden hacen su trabajo en las condiciones más difíciles ante en peligro continuo de un enemigo que no juega con las reglas del derecho, ni con ninguna otra regla.

- Y, claro, los colonos, los maketos, ese cuerpo social exógeno resultado de un plan preconcebido por el estado ocupante para diluir y corromper desde dentro a  los vascos y la identidad indisoluble entre un pueblo y su tierra, procediendo a su españolización forzada… ¿Hace falta seguir comentando, o simplemente debatir si se trata de un ejercicio de simplismo ingenuo o manipulación perversa?…

Esta es la crónica. La publica en un medio transversal, dinámico, vanguardista e intelectual. Y ahí queda eso  

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