jueves, 11 de febrero de 2010

Últimas mañanas con Muñoz y su bilis

Igual que andar con caballos a algunos hace caballeros y a otros caballerizos, escribir en un periódico no debería otorgar inmediata y automáticamente la condición de periodista. Ni de informador. Sobre todo, cuando el escribidor, plumilla o panfletario dedica su vida, precisamente, a desinformar.

Tampoco por escribir en un medio socialdemócrata o de izquierdas deberíamos asumir que el pega-palabras es necesariamente un ser progresista. Tengamos en cuenta que algunos de estos "libeladores" de la noticia utilizan técnicas bien conocidas desde el fascismo. Recordáis lo de "una mentira repetida mil veces...". Parece que Goebbels también podría haber sido corresponsal de algún medio de referencia europeo en Medio Oriente. Por sus métodos, su apego a la verdad y su respeto a cierto pueblo milenario que allí habita.

Bueno, digo todo esto por la deposición del día en el diario El País del reconocido maquinador de infundios y mentiras, fabricador de falsedades y, vulgo, trolas, llamado Juan Miguel Muñoz.



El asalariado de Prisa y amigo de asesinos de Hamas, por lo tanto víctima del auto-odio que lleva a un ser humano a apoyar y favorecer a los que le consideran un perro infiel (su perro), hace de vocero de la alegre pandilla de represores, torturadores, lapidadores y corta-manos del régimen teocrático de Teherán. Lo hace, claro, cómodamente instalado en Jerusalén, la capital de Israel (él lo llama "estado sionista", desde su propio estado de catatonía y, enrabietado negacionista, se empeña en repetir que su capital es Tel Aviv, cuando desde su ventana puede ver el Parlamento, la Casa del Primer Ministro y el Tribunal Supremo. La capital de Israel, Muñoz, están donde Israel diga que está. Machácate el cráneo contra la pared si quieres). Escribe así sus insultos aprovechando la libertad de comunicaciones, la seguridad jurídica, y el bienestar material de Israel, y no parece haber considerado ir a escupir su mala baba desde un domicilio, por ejemplo, en Irán. Curioso. ¿Los gin tonics no los ponen tan buenos allí?

El cínico, así queda por tanto descrito, escribe su crónica de hoy tratando con evidente desprecio y animadversión, no sólo al gobierno del país que le hospeda, sino también los asuntos más íntimamente sensibles para sus ciudadanos, como es la Shoá. Y lo hace para proteger el derecho a desarrollar armas nucleares para unos tipos que facilitan arsenales a grupos terroristas, niegan los genocidios, llaman a la aniquilización de paises, cuelgan a los homosexuales de gruas y machacan a las mujeres que en la calle enseñan un mechón de cabello por debajo del manto negro.

Este sofista barato, el pre-ilustrado enemigo del apego del significante al significado, cree que todos son de su condición, al querernos colar la equiparación de los islamonazis con un gobierno democrático. Y es que, ¡ay!, lo hace en el día en que el gobierno de los mullahs corruptos revienta-urnas apalizan a su población que protesta en las calles pidiendo libertad. Y al corresponsal al dictado de los tiranos sólo se le ocurre, en un día como hoy, defender la razonabilidad de continuar creyendo las mentiras de bazar y tocomocho de los del turbante y atacar el derecho de un estado occidental, democrático y garantista de defenderse, y con ello defendernos a todos, del posible holocausto nuclear a manos de unos bárbaros extremistas con instintos suicidas.

No cuela. Como dicen en Cuba, "se te ve en la carita que eres una loquita". O, más cerca de casa, "te han pillao con el carrito de los helaos". Tengo para mí que el grupo Prisa y los directivos de sus medios tendrán ideas que se pueden compartir o rebatir, pero andan un poquito hartos de que este individuo enfangue sus páginas con odio y extremismo militante. Y, además, recurra a técnicas, tan puerilmente groseras como la que sigue:

El País:

"Los líderes israelíes que viajaron a Europa para conmemorar al Día Internacional del Recuerdo del Holocausto no fueron allí sólo para reforzar los anticuerpos contra las modernas manifestaciones de antisemitismo. Más bien, fueron para concitar el apoyo contra la adquisición de armas nucleares por Irán...", reseña hoy el escritor A. B. Yehoshua en el diario Haaretz

"Israel's leaders, who traveled to Europe for International Holocaust Remembrance Day, did not go there only to strengthen the antibodies against modern-day manifestations of anti-Semitism. Rather, they went to muster political support for opposing the acquisition of nuclear arms by Iran, which openly threatens Israel with extermination".
Esa omisión de la última frase, ese intento de manipular el verdadero sentido de un escrito, de mancillar a su autor sesgando su cita, de engañar a los lectores del diario El País, es lo que me lleva a creer que al fabulador y confabulador anti-sistema embozado de periodista, no sólo le van a dar ya la patada de su corresponsalía con pocas contemplaciones (eso es la crónica de una defenestración anunciada), sino que le quedan pocos artículos como asalariado de un medio serio. Eso si el medio se respeta, que hoy no lo ha hecho. Mientras, parece que hay que seguir intentando higienizar el enmierde que este individuo nos deja cada vez que se acerca a un teclado.


 

5 comentarios:

Midtskogen dijo...

Pues mira esto...:
http://midtskogen-israel.blogspot.com/2010/01/lo-que-no-se-dice-de-israel.html

Anónimo dijo...

Felicidades,hay mucho que estamos hartos de este "insecto",pero es increible que llegue a plagiar. Eso sí, creo que ELPAIS es igual de reposanble, al final y al cabo quien decide publicar es el medio y con Israel, sencillamento, la verdad no interesa, todo vale.

Andrés dijo...

En Argentina tenemos permanente manipulación informativa en los medios en relación a temas locales, pero ninguno llega ni remotamente al nivel de El País o gentuza como Muñoz en su descaro desinformador que, directamente, ya alcanza niveles escatológicos. En fin, quisiera preguntar al autor de este post... ¿realmente en España se comen todas esas patrañas bien enteritas cada vez que escribe un tipo como Muñoz sobre Israel? ¿o es que realmente NO les interesa saber ni mucho menos aprender (aunque sea escuchar algo diferente), sino solamente autoconvencerse de que su odio a Israel y el pueblo judío tiene alguna justificación lógica y racional, para así sentirse menos culpables? desde ya muchas gracias por la respuesta.

Unknown dijo...

Andrés, asume que al español medio el tema de Oriente Medio no le importa lo más mínimo. Ni tampoco a los editores del diario. No les interesa saber, ni informar, porque no aplican un pensamiento crítico, sino irracionalidad e ideología. Aquí se interpreta todo en clave interna, y la progresía se alineará siempre con el anti-americanismo, anti-occidentalismo y con el auto-odio. Sólo así puedes entender que feministas y gays vayan de la mano de integristas con turbante y de nazis en manifestaciones en contra de Israel.

Gabriel dijo...

Creo que ésa es la clave, Ángel: el posicionamiento sistemático; o lo que es lo mismo: la pasión. Apasionadamente (es decir, irracionalmente) en contra de Israel, o apasionadamente a favor de Israel. La historia de este país se ha escrito siempre así, la pasión se ha impuesto siempre a la razón. Aun ahora, cuando se suponen superados ciertos atavismos políticos, la política de este país continúa siendo una política irracional. Y esta irracionalidad se extiende a los medios y se refleja claramente en ellos. No hay en España un solo medio verdaderamente crítico, capaz de ejercer la crítica en la misma medida tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, de la misma manera que tampoco hay un solo medio capaz de informar con ecuanimidad de lo que ocurre en Israel y Palestina.
El problema, en lo que se refiere a Israel, es que se trata de algo que viene de lejos, algo que seguramente está demasiado arraigado como para los mismos que lo padecen sean conscientes de ello. En este asunto el problema rebasa la distinción entre “progresistas” y no progresistas, o entre izquierda y derecha, como demuestran periódicos como El Mundo, en el que tenemos a un Antonio Gala (“izquierda”) escribiendo, pero también determinados corresponsales y gente como Sánchez Dragó (derecha), que en su libro más vendido y conocido, con el que llegó a alcanzar el Premio Nacional de Literatura, ha escrito cosas como las siguientes: “Cinco millones de personas no van al sacrificio si de verdad desean evitarlo. Sólo los borregos, los suicidas, los mártires y los jugadores a largo plazo colaboran con el matarife. Los judíos del Tercer Reich no eran, por supuesto, borregos, ni suicidas ni mártires. Con que...”.
“Los rabinos se sentaron a la mesa y movieron, con hilos largos, sus soldaditos de plomo: Hitler, Churchill, la Gestapo, las divisiones acorazadas, el Ejército Rojo...”.
“... era menester una guerra continental, un jaque mate a la cruz gamada y cinco millones de hermanitos acogotados. No les tembló el pulso y hoy tienen casi todo lo que buscaban”.
(ver Gárgoris y Habidis, pp. 477-481)
Es triste que en España los únicos que defienden a Israel sean los que menos credibilidad tienen desde el punto de vista de la ecuanimidad y la lucidez (la gente de Libertad digital y afines). Por supuesto, lo hacen también apasionadamente, sin en que su defensa quepa la crítica.
Es triste, también, que un medio como El País, en el que se pueden leer magníficos artículos de Ernesto Krauze, Jean Daniel, Reyes Mate, Joan B. Culla y otros (anteriormente, David Grossmann, pero hace tiempo que no he visto nada suyo), mantenga como corresponsal a un tipo como Muñoz, al que en cada palabra que escribe le rebosa el antisemitismo. No, por supuesto, un antisemitismo clásico, que no tiene cabida en lo políticamente correcto “progresistamente” hablando, sino la nueva modalidad del antisemitismo, el cada vez más evidente nuevo antisemitismo, cuya principal característica no es ahora el odio a los judíos, sino el odio a Israel.
Cuando me pregunto por qué un tipo como Muñoz ocupa un puesto de tanta responsabilidad en El País sólo puedo explicármelo desde la perspectiva de ese posicionamiento sistemático, ese tic ideológico, esa irracionalidad automática a la hora de mantener una postura respecto a este tema.